Durante el pasado mes de enero y con motivo de su reciente y feliz reincorporación en la composición arquitectónica de los altares de culto de nuestra archicofradía, se restauró el juego de arbotantes, gotera y crestería de nuestro dosel. Esta magnífica pieza de culto fue realizada durante los años 40 y 41 por el maestro Curro, más conocido como “Currito” el dorador, que realizó este espléndido dosel en los mismos años en los que trabaja en el nuevo paso del Señor de las Tres Caídas.
El dosel está integrado por el pandero o tela roja de fondo, un juego de orejeras o arbotantes laterales formado por cuatro piezas talladas en madera de pino y doradas, una gotera de piezas florales talladas y doradas sobre tela roja así como una crestería o pañoleta que remata el conjunto, también de madera tallada y dorada con el escudo de la archicofradía y que a su vez es rematada por una media corona real de ocho imperiales.Se trata de uno de los mejores doseles, si no es el que más calidad atesora de cuantos conforman los altares de cultos de nuestra ciudad, ya que su dibujo, plenamente neobarroco, su altura y elegancia y la calidad de su gotera y fastuosidad de su remate lo convierten en un claro exponente de los esplendores cultuales de nuestras hermandades, un estilo propio que ha perdurado en nuestra ciudad desde el último tercio del siglo XVI, cuando el Concilio de Trento apoyó la veneración de las imágenes como vehículos de transmisión de la fe, y comenzó el progresivo desarrollo de los altares de culto.
La creación del dosel para nuestro altar de novena se crea en la década de los cuarenta, coincidiendo con un gran aumento de la fastuosidad de los altares de culto tras la convulsión anticlerical de los años precedentes y la persecución religiosa que se vivió durante la II República, que se tradujo en una masiva asistencia de fieles defensores de la fe y por tanto el realce de la riqueza y esplendor cultual hasta nuestros días.
En un primer examen organoléptico pude comprobar el estado muy deficiente del mismo, que hacía peligrar su integridad e imposibilitaba su utilización en nuestros cultos; su estructura estaba muy dañada y presentaba multitud de pérdidas, desgarros y zonas partidas por golpes.
El paso del tiempo por un lado, que con los inevitables cambios de temperatura y humedad habían provocado diferentes patologías, así como el uso inadecuado y los evitables golpes en traslados causaron en nuestro dosel los siguientes daños: Ensambles abiertos y colas decohesionadas, elementos metálicos oxidados, existencia de abundantes restos de adhesivos inapropiados o varias capas de cola en las uniones, pérdidas de los estratos de preparación y dorado, pérdidas del soporte lígneo, multitud de piezas sueltas y con riesgo de caídas y suciedad y polvo acumulado en superficie. La intervención se realizó de manera urgente para que el dosel estuviera en perfecto estado para la novena del Señor, y consistió en los siguientes tratamientos:
Desensamble de las uniones afectadas, consolidación de ensambles abiertos, retirada y limpieza de colas decohesionadas, eliminación de elementos metálicos y férreos, limpieza de adhesivos varios y suciedad de los lugares de ensamble y juntas, reintegración de piezas perdidas, reposición y ensamble de piezas partidas y caídas, resanado de grietas, roturas y ensambles; consolidación de la estructura mediante anclajes lígneos, reintegración del estrato de preparación, reintegración del estrato áureo, limpieza superficial de la suciedad del conjunto y por último aplicación en los lugares reintegrados de oro de una capa de protección.
Acontinuación os muestro algunas imágenes del proceso de restauración, en unos días espero mostraros más.
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